Te doy la más cordial bienvenida a este pequeño espacio, en el que pretendo dar rienda suelta a la locura de la filosofía, la poesía, el arte, la música, la religión, la sociedad; en fin, a todo lo que Cassirer denominaría como el "universo simbólico del hombre". Muchas gracias por tu visita.

En la oscuridad...

Caminaba por la noche hacia mi casa, a través de un callejón oscuro que se dirigía a una avenida transitada. Pensaba en lo efímero de la existencia; en porqué tenemos que respirar, muriendo a cada instante que lo hacemos.

De pronto, algo perturbó mis meditaciones. Me fijé que ese "algo" era "alguien"; un desgraciado pidiendo monedas "para unas tortillas"...

-No tengo, amigo- le contesté.

-Ándele, no he comido en todo el día...-respondió.

-De veras, no traigo cambio...

Terminaba de decir esa oración cuando sacó un cuchillo (probablemente de cocina) y me aventó hacia la pared, apoyando el arma en mi estómago.

-¡Cállate, baja la mirada, saca el cel y la cartera!...

-Tranquilo...- le contesté, tratando de mover mi mano hacia la bolsa de mi pantalón.

Aproveché que había movido la cabeza para sacar una navaja que tenía guardada en una bolsita, colgando del cinturón. La sostuve con fuerza y le hundí la hoja en el cuello. La sangre brotaba roja y espesa; él gemía, y pronto se cayó, doblando las rodillas.

Limpié la navaja en un charco en el piso, la guardé y seguí caminando, feliz de quitarle la vida a otro estorbo.
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Realmente no sucedió así; es más, le sucedió a mi hermano, a plena luz del día, mientras iba a un ensayo con su banda de música. Claro que no mató al delincuente, pero sí tenía un cuchillo. Le sacaron un iPod, un cel, 120 pesos y unos lentes. La reflexión obligada sería: ¿si tuvieras un arma en tu poder, te sentirías más seguro? ¿Temerías ir a la cárcel? ¿Qué haces cuando te asaltan? ¿Qué piensas de los delincuentes? Se los dejo de tarea...

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