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Religión: Sustrato social y experiencia divina

Aquí, la segunda parte del ensayo "Religión: Argumentación, sustrato social y experiencia divina".

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1. El sustrato social

No podemos pensar a la religión sin el hombre. Perenne creador de símbolos, todo lo que construye, lo que forma, tiene un único objetivo: el de la relación. Busca relacionarse con todo: con lo demás, con lo que no-es-él; consigo mismo, con lo-que-soy-yo; y con el Absoluto, con lo-que-no-soy-yo-ni-lo-otro. La religión es creación humana. “Religare”, religar, volver a unir, re-unir. Es la re-unión del hombre y Dios. Pero, ¿cuándo se separó el hombre de Dios? ¿porqué decimos "la re-unión del hombre y Dios" y no "de Dios y el hombre"?

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La religión inserta en la cultura su papel importantísimo de esta relación con el Absoluto. Imprime su sello en toda actividad humana, desde las pinturas rupestres hasta las grandes catedrales. La religión es, pues, netamente cultural.

Pensemos el inicio de la religión en las primitivas reuniones con los fines más diversos: agradecer por la cosecha, pedir por la lluvia, celebrar un matrimonio o la muerte de algún familiar. Todo, claro, con relación al Absoluto. Posteriormente, se edifica un sistema moral, que se reproduce en madera, papel o piedra. Dicho sistema permite las relaciones sociales, y permite la mejor relación con Dios, puesto que Él es el fundamento de dicho sistema.

De una manera u otra, las formas religiosas del mundo comparten estos elementos. Esto demuestra, principalmente, que la religión es algo fundamental y necesario, la vida del hombre se configura de acuerdo a una religión, cualquiera que sea. Incluso cuando no hay culto explícito o dogma, el hombre busca siempre esa relación, que perdure, y busca también que sea comunicada.

El arte siempre ha sido el medio de expresión por excelencia. Tiene tanto éxito porque cualquiera puede acercarse a él. Y precisamente por esto ha sido el mejor medio para expresar la relación antes mencionada. Así, podemos decir que el arte, desde su principio, ha sido expresamente religioso, destinado a reproducir lo que el alma le comunicaba a Dios.

Así pues, la política, la moral, incluso el arte, están dominados por esta esfera, y permiten el hacer cultural del hombre. Pero, más que cultura, la religión es experiencia.

2. La experiencia personal

Una ventaja de la forma religiosa general (o religión cultural) es que permite que la persona mejore su relación personal con Dios. En este sentido, la totalidad de los hombres que ejercen cierto tipo de religiosidad conforman un tipo específico de forma religiosa. De aquí la pluralidad de religiones.

La expresión de la religión se encuentra en la forma personal que ésta adquiere. No se trata de seguir ciegamente los estatutos y los dogmas, sino efectuar lo que, en principio, tiene como misión: la experiencia del Absoluto. Es, como algunos dicen, “el Cielo en la Tierra”.

Ésta experiencia es totalmente posible. Hemos llamado “mística” a este tipo de experiencia, y cualquiera que la desee puede acceder a ella. El punto está en abrirse, en sentir la presencia del Absoluto, en dejarse inundar por él. Ése es el verdadero fin y cometido de la forma religiosa específica, la forma única, personal, de la relación con Dios.

Conclusiones

He llamado forma religiosa general al constructo cultural que conforma a la religión. Es el medio cultural, social, la expresión a gran escala. Y está la forma religiosa específica, en la que la persona desarrolla su manera especial de relación con Dios, ya sea partiendo de una forma general o de ninguna.

En lo que a mí respecta, no podemos entender a la religión sin el carácter simbólico que la invade, como cualquier otra creación humana. De aquí que, para mí, la religión sea la relación simbólica entre el hombre y Dios.

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