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Opúsculos teológicos

Últimamente me ha dado mucho por pensar en El Absoluto. Me gusta más usar esa palabra a usar la palabra "Dios". No sé; me es más cercana, más simple, más íntima.

A raíz de un retiro de tres días con la VOCCAR (Vocación Carmelitana) mi percepción acerca del Absoluto ha cambiado. Cambia, primeramente, la noción de Dios, precisamente porque, como diría un amigo, la Iglesia te da un concepto de Dios. Siempre lo he pensado así; la religión te da "el paquete" completo: noción de Dios, sentido de la existencia, normas o valores, genealogía del mundo; en fin, te da todo. Y al mismo tiempo, te da nada. El problema consiste en que la religión, como cualquier institución social, es impuesta desde que nacemos. Especialmente aquí en México, donde el 80% de la población pertenece a la Iglesia Católica, aunque no profese.

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En el desarrollo de la persona hay etapas que tienen mucho que ver con la religión. Está la primera etapa, el despertar religioso, en la que la religión impuesta se acepta, se le ve como una espece de "magia", y comienza el cuestionamiento interior. La segunda etapa, el planteamiento interior de problemas, es donde el cuestionamiento se hace más intenso y en esta etapa puede haber dos vertientes, el equilibrio o la rebelión. En el equilibrio, o estabilización interior, es cuando los fundamentos de la religión han sido cuestionados pero aceptados, ya que adquieren un sentido. Cuando el cuestionamiento no ha producido resultados, la persona siente que ha perdido el sentido de la religión, y se aleja de ella. Esto es conocido como rebelión.

Todos pasamos por estas etapas, de alguna u otra manera. El punto es cuestionarse primero qué es la religión, para qué sirve. Religión viene del vocablo latino "religare", volver a unir, re-unir. Es la re-unión del hombre y Dios. Pero, ¿cuándo se separó el hombre de Dios? ¿porqué decimos "la re-unión del hombre y Dios" y no "de Dios y el hombre"? En principio, es la reunión del hombre y Dios puesto que somos imperfectos, limitados. Aquí la ideología gnóstica (Samael Aun Weor) pierde sentido. El gnosticismo pregona la perfección de la persona: "Yo soy Perfecto, Yo soy Inteligente, Yo soy...", no hay mentira más grande. Lo que permite la verdadera conciencia de la persona es saber, primero, que somos imperfectos. La imperfección, la incertidumbre, es lo que nos constituye como seres humanos. Siempre hay que recordar que aún seguimos siendo animales.

Por otra parte, está el Absoluto. Es lo Inalcanzable, lo Ilimitado, la Perfección, lo Omnipresente, lo Omnisciente, Dios. Él es todo lo que no soy yo. Es la Gran Nada de donde venimos y a donde vamos a regresar. Es el Eterno Retorno. Pero también es el Todo, que está en todas partes, aunque no sea todo lo que existe. Está aquí, en este momento, mientras lees estas líneas. Es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, el Todo y la Nada; es el Absoluto.

Mi percepción acerca de Dios ha cambiado drásticamente. Lo absurdo es que siempre había tenido una percepción muy limitada de Él. Muy humana, demasiado humana. Pero Él también fue humano. Y sigue siendo humano. Se llamó Yeshúa: Jesús, en la forma castellana. Podemos pensar al Absoluto en la forma de Jesús porque Él, con su voluntad, escogió nuestra imperfección para acercarnos a Él. Él también es Absoluto, en carne y en espirítu. Él lo sabía todo, lo sabe todo. Ésta unión esencial es también conocida como Trinidad. Es la naturaleza trinitaria del Absoluto.

Al tener una posición respecto al Absoluto, generamos nuestra propia religión. Lo que más me atrae de la religión es su naturaleza de retorno: regresamos a Él. No existe el ateísmo, puesto que Dios siempre está presente. Es más comprensible ser a-rreligoso, o a-gnóstico, pero no a-teo. Aunque nosotros no confiemos en Él, Él siempre confía en nosotros.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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