Te doy la más cordial bienvenida a este pequeño espacio, en el que pretendo dar rienda suelta a la locura de la filosofía, la poesía, el arte, la música, la religión, la sociedad; en fin, a todo lo que Cassirer denominaría como el "universo simbólico del hombre". Muchas gracias por tu visita.

Silogismos graciosos

Silogismo 1:

Beber alcohol mata las neuronas.
Las neuronas que mueren son las más débiles.
Si mueren las más débiles quedan las más fuertes e inteligentes.
Conclusión: Cuanto más alcohol bebo, más inteligente me hago.

Silogismo 2:

Cuando bebemos alcohol en exceso acabamos borrachos.
Cuando estamos borrachos dormimos.
Mientras dormimos no cometemos pecados.
Si no cometemos pecados vamos al cielo.
Conclusión: Para ir al cielo hay que ser un borracho.

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Silogismo 3:

Hoy en día, los trabajadores no tienen tiempo para nada.
Sabemos que los vagos tienen todo el tiempo del mundo.
El tiempo es dinero.
Por lo tanto, los vagos tienen más dinero que los trabajadores.
Conclusión: Para ser rico no hay que trabajar.

Silogismo 4:

Imagina un trozo de queso suizo todo lleno de agujeros.
Cuanto más queso, más agujeros.
Cada agujero ocupa el lugar en el que debería haber queso.
Por tanto, cuanto más agujeros, menos queso.
Cuanto más queso, más agujeros,
y cuanto más agujeros, menos queso.
Conclusión: Cuanto más queso menos queso.

Silogismo 5:

Pienso, luego existo.
Las rubias tontas no piensan.
Por tanto, las rubias tontas no existen.
Mi amigo dice que no es gay porque sale con una rubia inteligente.
Si una rubia inteligente saliera con mi amigo sería una rubia tonta.
Como las rubias tontas no existen, mi amigo no sale con nadie.
Conclusión: Mi amigo es gay.

Silogismo 6:

A quien madruga, Dios le ayuda.
Quien madruga, duerme por la tarde.
Quien duerme por la tarde, no duerem por la noche.
Quien no duerme por la noche, sale de parranda.
Conclusión: Dios ayuda a los que salen de parranda.

Silogismo 7:

Dios es amor.
El amor es ciego.
Steve Wonder es ciego.
Conclusión: ¡Steve Wonder es Dios!

Silogismo 8:

Siempre me dicen que soy un “don nadie”.
Nadie es perfecto.
Entonces, yo soy perfecto.
Pero sólo Dios es perfecto.
Es decir... Yo soy Dios...
mmmm... Si Steve Wonder es Dios...
¡Yo soy Steve Wonder!!!
@#?erda!!!... ¡Soy ciego!!! ¡Ouch!!!

Religión: Sustrato social y experiencia divina

Aquí, la segunda parte del ensayo "Religión: Argumentación, sustrato social y experiencia divina".

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1. El sustrato social

No podemos pensar a la religión sin el hombre. Perenne creador de símbolos, todo lo que construye, lo que forma, tiene un único objetivo: el de la relación. Busca relacionarse con todo: con lo demás, con lo que no-es-él; consigo mismo, con lo-que-soy-yo; y con el Absoluto, con lo-que-no-soy-yo-ni-lo-otro. La religión es creación humana. “Religare”, religar, volver a unir, re-unir. Es la re-unión del hombre y Dios. Pero, ¿cuándo se separó el hombre de Dios? ¿porqué decimos "la re-unión del hombre y Dios" y no "de Dios y el hombre"?

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La religión inserta en la cultura su papel importantísimo de esta relación con el Absoluto. Imprime su sello en toda actividad humana, desde las pinturas rupestres hasta las grandes catedrales. La religión es, pues, netamente cultural.

Pensemos el inicio de la religión en las primitivas reuniones con los fines más diversos: agradecer por la cosecha, pedir por la lluvia, celebrar un matrimonio o la muerte de algún familiar. Todo, claro, con relación al Absoluto. Posteriormente, se edifica un sistema moral, que se reproduce en madera, papel o piedra. Dicho sistema permite las relaciones sociales, y permite la mejor relación con Dios, puesto que Él es el fundamento de dicho sistema.

De una manera u otra, las formas religiosas del mundo comparten estos elementos. Esto demuestra, principalmente, que la religión es algo fundamental y necesario, la vida del hombre se configura de acuerdo a una religión, cualquiera que sea. Incluso cuando no hay culto explícito o dogma, el hombre busca siempre esa relación, que perdure, y busca también que sea comunicada.

El arte siempre ha sido el medio de expresión por excelencia. Tiene tanto éxito porque cualquiera puede acercarse a él. Y precisamente por esto ha sido el mejor medio para expresar la relación antes mencionada. Así, podemos decir que el arte, desde su principio, ha sido expresamente religioso, destinado a reproducir lo que el alma le comunicaba a Dios.

Así pues, la política, la moral, incluso el arte, están dominados por esta esfera, y permiten el hacer cultural del hombre. Pero, más que cultura, la religión es experiencia.

2. La experiencia personal

Una ventaja de la forma religiosa general (o religión cultural) es que permite que la persona mejore su relación personal con Dios. En este sentido, la totalidad de los hombres que ejercen cierto tipo de religiosidad conforman un tipo específico de forma religiosa. De aquí la pluralidad de religiones.

La expresión de la religión se encuentra en la forma personal que ésta adquiere. No se trata de seguir ciegamente los estatutos y los dogmas, sino efectuar lo que, en principio, tiene como misión: la experiencia del Absoluto. Es, como algunos dicen, “el Cielo en la Tierra”.

Ésta experiencia es totalmente posible. Hemos llamado “mística” a este tipo de experiencia, y cualquiera que la desee puede acceder a ella. El punto está en abrirse, en sentir la presencia del Absoluto, en dejarse inundar por él. Ése es el verdadero fin y cometido de la forma religiosa específica, la forma única, personal, de la relación con Dios.

Conclusiones

He llamado forma religiosa general al constructo cultural que conforma a la religión. Es el medio cultural, social, la expresión a gran escala. Y está la forma religiosa específica, en la que la persona desarrolla su manera especial de relación con Dios, ya sea partiendo de una forma general o de ninguna.

En lo que a mí respecta, no podemos entender a la religión sin el carácter simbólico que la invade, como cualquier otra creación humana. De aquí que, para mí, la religión sea la relación simbólica entre el hombre y Dios.

Los argumentos de la religión

El siguiente texto forma parte del ensayo en dos partes "Religión: Argumentación, sustrato social y experiencia divina", presentado en la evaluación del primer periodo del curso de Filosofía de la religión. Esta es la primera parte. Próximamente pondré la segunda.

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Como se dice coloquialmente, “pongamos las cartas sobre la mesa”. En los últimos años se ha vivido una especie de “a-rreligionismo”, un sí al Absoluto pero un rotundo no a la religión. A ésto se le llama “pensamiento New Age”, “de la Nueva Era” o de la “Era de Acuario”, y ahora está más aceptada que nunca: tarot, magia, yoga, meditación, flores de Bach, Mishanti y Walter Mercado. El punto es que queremos vivir bien, tranquilos, retomando las antiguas creencias, pero rechazando las instituciones que por años se han mantenido (relativamnte) firmes. Así, pues, se ha criticado y abucheado a la religión; “ya no sirve”, “eso es para viejitos y solteronas” se oye decir por la calle.

Entonces, ¿para qué sirve la religión? A continuación se desarrollarán algunos argumentos a favor de la religión que, en mi experiencia, han resuelto algunos problemas respecto a su funcionalidad y, en algún aspecto, a su permanencia.

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1. Universalidad, relativismo y necesidad religiosa

Lo común a las culturas (y según Cassirer, el fundamento) es la religión. No hay cultura en la que no haya religión. Es inherente a la civilización, necesaria. Desde América hasta Japón y Australia hay religión. Aquí hay que notar algo importante: religión no es una iglesia o cierta doctrina, sino que religión es toda aquella manifestación que pretenda establecer una relación con algún concepto del Absoluto y el hombre. Tal concepto puede llamarse Alá, Yahvé, Jehová, Nirvana, Shiva, Horus, Zeus, Tepeu y Gucumatz, y un largo etcétera. El hombre, en la forma de la cultura, nombra al Absoluto de la manera en la que puede hacerlo. Y le rinde culto en la manera en la que pueda hacerlo. Hay, fundamentalmente, una necesidad: la de la relación entre el hombre y su concepto del Absoluto.

2. Trascendencia y divinidad

La religión ofrece soluciones a algunos problemas que, sólo recurriendo a una ardua investigación, parecen inalcanzables. Uno de ellos es el problema de la muerte. El hombre no sabe qué hacer ante la muerte, le huye, es un mal indeseado. Así, la religión crea conceptos que apaciguan el temor del hombre, y le permiten acercarse a la muerte de una manera más digna. Dichos conceptos evocan lugares de paz, tranquilidad, sosiego, reposo, y se identifican con situaciones similares: el cielo, el Paraíso, el Nirvana, el Walhalla, o la Nada, incluso.

Pensar en la muerte también impide que el hombre tenga realizaciones personales. Es preguntarse el para qué, si de cualquier manera la muerte acecha. La trascendencia no se alcanza en la Tierra, dice la religión, sólo hay trascendencia en Dios. El sentido de la existencia se dirige a Dios, como fuente de trascendencia y victoria ante la muerte.

3. Creación del universo

Otra respuesta que ofrece la religión es acerca de la creación del mundo y del hombre. Cada forma religiosa tiene su modelo de creación del mundo, con su consiguiente creación del hombre. Ejemplos hay muchos: en la tradición judeo-cristiana, los seis días y el hombre de barro; el “artífice” griego; los hombres de maíz de las religiones nativas americanas, etcétera. El hombre tiene necesidad de un sentido del universo, que no puede pensarse sin el concepto de "creación". Ubicamos a Dios como Todopoderoso, que crea y destruye a voluntad, y la religión construye los conceptos de "génesis" del universo.

4. Modus vivendi o forma moral de la religión

La religión produce un sistema moral, que es la base de los sistemas legislativos o constituciones. La relación con el absoluto se insitucionaliza mediante la elaboración de “tablas de la ley”, o documentos que recojan las enseñanzas de los maestros. A este respecto cabe destacar la acción del budismo, ya que es más una religión práctica que una relación con el absoluto. El budismo sería la mejor manifestación de la religión como modo de vida, puesto que es un “camino para la perfección”, un medio que les permite llegar a la tranquilidad. En otras religiones, los documentos son la fuente más confiable de “lo que dice Dios”. De aquí que la Biblia, la Torá, el Corán, los Upanishads, entre otros, sean considerados más como tratados morales que fuentes de doctrina.

Los argumentos a favor de la religión son muchos. No podemos establecer cuántos sean, debido al carácter antropológico y cultural que reviste la religión. Pero resulta un ejercicio muy favorable el evaluar cómo consideramos a la religión, sobre todo si hacemos esa evaluación a alguna forma religiosa en particular. De cualquier manera, el ejercicio sería fácilmente inductivo, debido a que parecen ser más las coincidencias entre las formas religiosas que las aparentes contrariedades.

¿Qué es la filosofía?


Sin palabras.